5 Minutos con Manuel Ceide
Cuando tu negocio es tu familia, el éxito está asegurado
Las panaderías en Puerto Rico tiene un antes y un después de La Ceiba. Aunque desde 1962 se distingue por sus panes y repostería, el éxito del negocio localizado en la Avenida Franklyn Delano Roosevelt en Puerto Nuevo radica en las delicias de la gastronomía española.
Desde hace varias décadas es el destino obligado para los comensales más exigentes del caldo gallego, las tortillas y otros manjares. Su presidente Manuel Ceide Ríos, de 86 años, llegó con pocos ahorros, pero con tesón y laboriosidad levantó todo un hito en la industria de panaderías bajo el nombre de La Ceiba. El negocio que es fuente de empleo permanente para 50 personas es considerado por muchos como un insigne representante de la cocina española en Puerto Rico.
Corresponsable también del éxito de conceptos como España y Casalta, Ceide compartió cinco minutos con Food Business para detallar la clave de su éxito.
¿Cómo estableció La Ceiba en Puerto Rico?
Nací en Lugo, España. Era muy pobre y llegué a Cuba por necesidad, con solo 17 años. Cuando ocurrió la revolución, yo tenía cuatro panaderías similares a esta, que las intervinieron. Afortunadamente tuve la dicha de venir a Puerto Rico en 1962 y al día siguiente comencé a trabajar en una panadería que estaba donde tenemos el estacionamiento y se llamaba Martin Bakery. Comencé como repartidor de pan. Luego, cuando la pude comprar, le puse La Ceiba por cariño y respeto a uno de los cuatro negocios que tuve allá.
¿Cuál ha sido su mayor reto administrativo en estos 56 años y cómo lo ha superado?
Primero, salud. Segundo, honradez. Tercero, trabajo y respeto a todo el mundo. Eso fue para mí lo que ha afortunadamente me dio éxito y me siento muy orgulloso. No es un negocio de familia. Vine solo y después traje a mi hermano Jesús, más joven, y lo desarrollamos juntos, hasta hace tres o cuatro años, que él se retiró. No me he retirado todavía porque me siento bien.
¿Qué es un cliente para Manuel Ceide Ríos; cómo lo concibe y describe?
Mi segunda familia son mis empleados, que me ayudaron en todo, y en tercer lugar, los clientes, porque yo solo no hubiera hecho nada. He sido yo, los empleados y los clientes. Para mí es tan importante que me vengan a comprar media libra de pan sobao, que vale $1, o un jamón valorado en mil dólares. Para mí representa lo mismo. Ellos son los que me ayudaron.
¿Cómo pudo mantener la operación de La Ceiba tras el paso del huracán María y cómo aportó a la recuperación del País?
Nos afectó a todos. Me siento muy contento de cooperar y ayudar en todo lo que pude durante la necesidad que había. Desde que tuve diesel, porque mercancía tenía, ninguno de mis empleados dijo que no. Todos cooperaron y me ayudaron, pagándoles a tiempo y medio lo que establece la ley. La Ceiba estuvo abierta y nadie se fue sin comida de aquí, a pesar de que la fila llegaba a la acera.
¿Cómo califica su contribución a la sociedad puertorriqueña a través del negocio de una panadería-restaurante como La Ceiba?
Un porcentaje grande de panaderías, un 25% de las que conozco, fueron abiertas por empleados que tuve aquí. Me siento muy orgulloso de que hayan triunfado. A la sociedad nunca le podré pagar el agradecimiento por lo que hicieron por mí. Traté de cumplir con ellos lo mucho que han hecho por mí. La respuesta del comensal local a los platos españoles ha sido muy buena. Yo di mis ideas y según a los clientes les iba gustando, traté de seguir. Lo que no gustaba, lo descontinué. Lo que gustó, lo desarrollé. Siempre pensando en el cliente.
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